
El Consejo de Europa impulsa un documento que reconoce la cualificación de exiliados para que puedan estudiar o trabajar en lo suyo.
Cientos de refugiados han abandonado su país con lo puesto huyendo de las bombas o sus perseguidores. Y con frecuencia han dejado tras de sí a su familia, su profesión, sus pertenencias y los documentos que acreditan quiénes son y cuál es su pasado.
El Consejo de Europa, cuyo objetivo es la defensa y promoción de los derechos humanos, se ha propuesto ayudarles a reconstruir su vida a través del Pasaporte Europeo de Cualificaciones para Refugiados, que acredita (tras una evaluación) su formación para que puedan continuar sus estudios o trabajar en lo suyo en el país de acogida.
Lo que comenzó en campamentos de refugiados de Grecia e Italia como proyecto piloto en 2017 adquiere ahora otra dimensión con la incorporación de Alemania, Francia y otros cinco países entre los que aún no está España. Este papel “es la herramienta principal para integrar a los refugiados en las sociedades europeas”, dice el Consejo.
Ser refugiado es un estigma. María Jesús Vega, portavoz de ACNUR España, recuerda que muchos españoles están sobrecualificados para su profesión, pero que la situación de los exiliados es mucho peor. “No parten de cero sino de menos 10 en su nueva vida: son de otra raza, religión, idioma… No tienen ni contactos ni familia que les apoye, ni nóminas o avales. Muchos no pueden acudir a sus embajadas porque, a veces, sus Gobiernos les persiguen y han pasado por situaciones traumáticas: muertes de familiares, encarcelamientos o torturas”.
El proyecto piloto, impulsado por el Ministerio de Educación de Grecia en 2017, ha sentado las bases de un programa que previsiblemente recibirá su impulso definitivo en marzo en la Comisión de Educación del Consejo de Europa. Este organismo no tiene competencias para expedir un documento oficial, por lo que cada uno de los 47 Estados miembros debe reconocer esta acreditación en su burocracia interna.
Fuente: El País