
El cerebro es un órgano que pese a que representa aproximadamente el 2% del peso corporal (un poco más de un kilogramo) consume hasta un 20% de la energía que gasta nuestro organismo, lo cual lo hace ser uno de los órganos más activos de nuestro cuerpo. Este dato toma relevancia cuando sabemos que el cerebro no tiene reservas propias de energía (oxigeno + nutrientes) por lo que depende 100% de la que recibe a través de la circulación sanguínea. No es solo uno de los órganos más activos de nuestro cuerpo, sino que, por otra parte, también es el más complejo. Contiene más de 100 mil millones de neuronas, comunicadas a través de aproximadamente 1.000 millones de conexiones sinápticas, transformándolo así, en una de las estructuras más complejas del universo.
Hasta hace poco se creía que a partir de los 40 años comenzaban a morir las neuronas irremediablemente, y no era posible que el cerebro generara nuevas neuronas. Afortunadamente ahora sabemos que no se mueren. Las neuronas son las células más duras y resistentes del organismo y los últimos hallazgos científicos demuestran que nacen nuevas neuronas toda la vida, especialmente aquellas dedicadas al aprendizaje y la memoria, pero para ello hay que estimularlas.
Durante la adultez (al llegar a los 30 años) nuestro cerebro sufre los efectos del envejecimiento como el resto del organismo sin que esto comprometa de forma significativa su funcionamiento.
Una persona con un cerebro saludable puede realizar las mismas actividades mentales a los 80 años que a los 30 años.
Sin embargo, al envejecer aumenta el riesgo de que ciertas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson o la Demencia Prematura se hagan presente en la persona. Para evitar y/o retrasar este envejecimiento cerebral podemos seguir estos 10 consejos que, gracias a los avances de las neurociencias, han demostrado su efecto regenerador y antienvejecimiento para nuestro cerebro.
Consejos para un cerebro sano
- Llevar una alimentación saludable: existen ciertos alimentos que potencian el buen funcionamiento del cerebro consumir antocianinas, pigmentos hidrosolubles que pueden encontrarse en las zarzamoras, arándanos, frambuesas y hasta en el vino, parece tener propiedades neurodegenerativas. Comer este tipo de moras silvestres es recomendado para prevenir el Alzheimer, por otra parte, es importante incorporar a nuestra dieta los pescados y los frutos secos, ya que estos son ricos en omega 3, y especialmente en DHA. El organismo no produce estos ácidos grasos polinsaturados esenciales, por tanto, es necesario incluirlos en nuestra dieta diaria. El omega 3, y en especial el DHA, funcionan como protectores ya que estos forman parte de las membranas de las células del cerebro, por lo que resulta clave para lograr mantener un cerebro sano.
- Comer menos: buscar comer menos, ya que comer más de lo que necesitamos aumenta el estrés oxidativo del organismo, que ataca a los lípidos, a las proteínas, al ADN y al cerebro. Menos comida potencia la producción de nuevas neuronas en el hipocampo, región del cerebro encargada del aprendizaje y la memoria. El comer menos aumenta la sinopsis y los mecanismos de reparación neuronal.
- Realizar actividad física de forma regular: al practicar deportes aeróbicos, como el caminar de una forma continua segregamos dopamina y serotonina, las cuales nos brindan estados de placer y bienestar respectivamente, estos estados repercuten en una mayor plasticidad cerebral, lo que potencia la sinapsis entre las neuronas, actividad clave del aprendizaje y la memoria.
- Mantener la mente en forma: a través de estímulos novedosos y desafiantes, como hacer un crucigrama, leer o aprender un nuevo idioma u oficio estimulamos la mente.
- Viajar regularmente: viajar en esencia requiere de dos actividades fundamentales para lograr un cerebro sano, como lo son; aprender y memorizar, adquirir percepciones y memorias nuevas. La rutina es nefasta para el cerebro. El viajar genera un cumulo de emociones y aprendizajes que es lo que realmente mueve a nuestras neuronas.
- No Fumar: este hábito puede producir pequeños infartos cerebrales y menguar las funciones mentales. La nicotina produce una reducción de la memoria, la atrofia y muerte de las neuronas, aumentando el estrés oxidativo del cerebro.
- Tener una vida social activa: la transferencia emocional por parte de otros tiene muchos beneficios en el desarrollo de la inteligencia social y consecuentemente en la inteligencia migratoria. Quienes viven en pareja y tienen amigos se adaptan más fácilmente a los cambios.
- Dormir bien: el ser humano necesita entre 7 y 8 horas de sueño reparador cada noche para que nuestro cerebro pueda borrar aquella información innecesaria y reforzar los conocimientos aprendidos. Por otro lado, al dormir el organismo repara tejidos dañados de nuestro cuerpo o nuestro cerebro.
- Evitar el bajón emocional: la emoción, la ilusión y la motivación es lo que realmente nos empuja a tener ganas de vivir, ese el motor que llevamos dentro y que nos impulsa a seguir estando vivos, por ello es importante tener metas en la vida ya que estas nos brindan dirección y ganas de vivir cada día para poder alcanzarla.
- Agradecer: de acuerdo con el artículo publicado en Psychology Today, “The grateful brain”, la gratitud puede hacerte más saludable y feliz, te colma de determinación, atención, entusiasmo y energía. Los sujetos que mostraron mayor gratitud tenían los niveles más altos de actividad en la zona del hipotálamo, área del cerebro que regula la alimentación, la bebida y el sueño, y el estrés. Más aún, los sentimientos de gratitud activan las regiones del cerebro asociadas con la dopamina, el neurotransmisor de la recompensa, y cada vez que se genera dopamina, tendemos más a repetir la misma acción (algo parecido a lo que sucede con las adicciones). El agradecimiento es la acción que trae soluciones y bienestar a nuestras vidas. El agradecimiento crea vínculos desarrollando nuestra inteligencia social y migratoria.
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