
Salir en un cromo, atravesar un túnel de vestuarios o parar balones bajo los tres palos.
Los aficionados al fútbol tienen un lugar donde sentirse jugadores sin calzarse unas botas. Así es la nueva casa de La Liga y Movistar+ en el centro de Madrid
De niño, los cromos hacían soñar a Carlos Castro. Se acuerda de tenerlos inmaculados en álbumes e intercambiarlos en el patio del colegio o en el vecindario; hubo una época en que coleccionarlos era una forma de reunir esperanzas para un día llegar a vestir la camiseta del Atlético de Madrid.
Por eso, cuando vio su cara en una pequeña tarjeta con el escudo rojiblanco pensó que tenía una reliquia entre sus manos: “Esto es lo más cerca que he estado de ser futbolista”.
Castro, de 26 años, ya no sueña con ser un astro del balompié. De hecho, ni siquiera lo practica. Pero la fortuna quiso que la misma tarde en la que iba a comprarse unas zapatillas se topara con la inauguración del nuevo centro de peregrinaje para los amantes del deporte rey en la capital: el Área Movistar La Liga, un espacio destinado a ofrecer experiencias a los clientes.
El visitante puede sentirse como si estuviera en el terreno de juego, en un plató de televisión o poner a prueba sus conocimientos sobre la competición.
A Castro, que probó un poco de todo, lo que más ilusión le hizo fue ver su apellido estampado en un cromo, como si fuera una estrella. “Esto es muy bonito para los que nos gusta el fútbol”, explicaba, entusiasmado para enseñárselo a sus amigos.
La apertura del espacio en el edificio Telefónica de la Gran Vía, en el corazón de la ciudad, es una apuesta de LaLiga y Movistar+ en su esfuerzo común por acercar su oferta futbolística al aficionado.
Las dos entidades recalcaron su estrecha alianza para convertir al campeonato español en un producto audiovisual y de entretenimiento de referencia.
“Buscamos un canal global, preocupándonos por cómo se ve el fútbol y cómo se cuenta. Queremos calidad y Movistar lo está consiguiendo”, comentó Javier Tebas, presidente de LaLiga.
“El fútbol español es el contenido más importante de nuestra plataforma. Es un valor seguro y está creciendo”, añadió Sergio Oslé, presidente de Movistar+, respaldado en el evento por grandes comunicadores de la casa, como Carlos Martínez o Michael Robinson, y ante la presencia de embajadores de LaLiga como Marcos Senna, el exportero César [Sánchez], José Maria Guitérrez Guti o David Albelda, entre otros.
Los exfutbolistas fueron los primeros que experimentaron las atracciones que estarán abiertas al público durante las próximas semanas y que, tras llegar también a Almería y Elche, se trasladarán a otros rincones del país.
Después de ellos, los asistentes llenaron especialmente las actividades de realidad virtual, con las que por unos minutos es posible ponerse en la piel de un portero que ataja disparos, un lateral que saca de banda o un aficionado que lleva en volandas a su equipo a la victoria.
Diana Izquierdo y Jakob Sloka, de 26 y 22 años, dejaron a un lado las bolsas de la compra, las chaquetas y el batido que estaban compartiendo para colocarse las gafas de realidad aumentada y retarse a ver quién imitaba mejor la destreza de Iker Casillas.
“¡No puede ser!”, exclamaba Sloka, mientras se le colaban balones al interior de su portería virtual e Izquierdo le grababa con su teléfono móvil. “Realmente los gráficos están muy mejorados”, comentaba el joven al terminar la experiencia.
“Aspiramos a que los asistentes puedan sentir cómo se vive LaLiga en primera persona. Es importante estar cerca del aficionado y el espacio está pensado para los más futboleros y para los que lo son menos”, explica Melcior Soler, director del departamento de Audiovisual de LaLiga.
Con una previsión de conseguir entre 2.000 y 3.000 visitas diarias, según explica el mismo Soler, el objetivo del espacio compartido con Movistar+ es ofrecer al hincha la posibilidad de disfrutar del fútbol español más allá de los 21 partidos que se pueden ver cada fin de semana.
El estreno atrajo tanto a los que estaban al caso como a los que no, indiferentemente de su edad o género.
Fuente El País