
“No permitimos, en medio de tanta tristeza, que la ayuda sea otra tristeza, sino que sea una alegría”, sentencia al final de una entrevista con Efe la directora nacional de Cáritas Venezuela, Janeth Márquez, convencida de que se ha hecho mucho, tanto como queda por hacer en materia de asistencia humanitaria en el país.
La organización, Cáritas Venezuela, es el brazo social de la Iglesia Católica venezolana, y llegó en 2019 a 20 de las 24 entidades federales para atender la desnutrición infantil severa.
Cáritas empezó a alertar en 2016 sobre el incremento del hambre entre los más pobres y, conforme recibe donaciones sobre todo en el marco del Plan de Respuesta Humanitaria aprobado por la ONU, ha ido implementando programas de asistencia en 127 comunidades.
En el último trienio, explica Márquez, pasaron de administrar un millón de dólares a cuatro millones, dinero que se traduce en entrega de alimentos, medicinas, transferencias bancarias a familias en pobreza extrema, ayuda a los venezolanos que abandonan su país huyendo de la crisis y otras formas de asistencia.
La cooperación de la ONU, dice, ha mejorado su capacidad de ayuda como la de las otras 80 organizaciones humanitarias que operan en el país.
Por ejemplo, cada cuatro meses, Cáritas recuperaba el 42 % de los niños desnutridos que atendía. Luego, con la llegada de los “chupis”, traídos por Unicef, han logrado sacar de los indicadores del hambre al 72 % de los infantes en la mitad del tiempo.
Márquez destaca la labor de 20.000 voluntarios de Cáritas en todo el país. Son, dice, “pobres ayudando a pobres” y sorteando dificultades para hacer llegar la ayuda a territorios alejados de Caracas en los que escasea el combustible o hay fallos eléctricos a diario.
2020, CONTINÚA LA CRISIS
Este año “es probable que continúe la situación humanitaria y estamos preparados para seguir respondiendo a las necesidades más apremiantes”, dice a Efe el coordinador humanitario adjunto y jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Venezuela, Samir Elhawary.
Hasta ahora, explica, el deterioro de las carreteras o de los servicios públicos no les ha permitido llegar a las comunidades afectadas en zonas más aisladas donde las necesidades son altas. Por ello, cree necesario facilitar “aún más” el acceso de las organizaciones humanitarias.
Entre las prioridades de la ONU están fortalecer la seguridad alimentaria a las personas más vulnerables, aumentar la prestación de servicios críticos como el agua y ayudar a aumentar la retención escolar.
La falta de fondos, dice Elhawary, sigue siendo “el desafío principal para aliviar las necesidades” de la población.
Aunque el último año recibieron 180 millones de dólares en donaciones, la OCHA planea ser más ambiciosa en su intención de ayudar en 2020, por lo que pedirá alrededor de 750 millones de dólares para llegar a unos 3,5 millones de personas afectadas.
Fuente: El Carabobeño