
El cerro Ávila es el hogar de las coloridas guacamayas, hermosas aves que se desplazan con buenos augurios.
Difícil encontrar unos pájaros más sofisticados y de vuelo más imponente. Son grandes y estilizados pajarracos que surcan los cielos de Caracas dos veces al día, cuando bajan del cerro El Ávila en la mañana y regresan a él cuando cae la tarde. Semejan una cometa, de esas que vuelan los niños.
Desde cada balcón, tejado, porche o ventana se puede ver a las majestuosas guacamayas coloreando el cielo capitalino. Su alegría hace pensar en libertad, en esperanza, en todo lo bello y lo bueno, en la magnificencia de la Creación y en la importancia de cuidar la “casa común”, como bien recomienda el Papa Francisco.
De hecho, Caracas ha sido una ciudad rica en presencia de aves de todas clases y colores. El Turpial es oficialmente el ave nacional, pero el alucinante colorido de la Guacamaya no lo luce ningún otro pájaro.
Dicen que su morada es el cielo y dicen bien: casi todo el tiempo están volando como si supieran que son nuestro principal adorno y nuestra más privilegiada visión. Hay quienes disponen a diarios frutos secos o plátanos en sus balcones y llegan familias completas de guacamayas a hacer los honores al delicioso alimento. Para abrir las duras semillas poseen un pico fuerte en forma de gancho.
El médico veterinario Otto Alvarado, explicó que las personas que tengan la oportunidad de alimentar a las guacamayas desde sus casas, no deben ofrecerles patilla, debido a que puede generar daños en su organismo y causarles la muerte.
También detalló que las aves no deben comer arepa, ni tomar leche. Deben comer frutas y semillas secas.
Como dato, apuntó que la gatarina aporta algunos nutrientes para este tipo de aves.
Asimismo, exhortó a las personas a quienes les llegan estas aves a sus hogares a informarse acerca de la alimentación y el cuidado de estos animales que, aunque se acerquen a los humanos, siguen siendo exóticas.