
Volar en avión puede ser una experiencia muy estresante, particularmente para aquellos viajeros que han sido diagnosticados con autismo y sus familias.
Para una persona con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) y sus acompañantes puede resultar una situación generadora de situaciones difíciles de manejar, incluso si se han tomado las precauciones pertinentes.
El impacto de las alteraciones del sueño en las personas con TEA produce disfunciones de diverso grado. Los vuelos de larga distancia pueden producir “Jet Lag Disorder” o “síndrome de cambio rápido de zona de uso horario”.
Los vuelos que implican cambios horarios de 3 a 4 horas pueden no impactar el desempeño general, pero el impacto si ocurre en vuelos con cambios horarios de 6 horas o más.
¿Cómo se manifiesta este síndrome?
Somnolencia excesiva diurna e insomnio nocturno
Desorientación
Cefalea
Problemas digestivos
Mareos
Problemas atencionales y de memoria
Irritabilidad emocional o indiferencia
Dificultades en la autorregulación y automonitorización
Todo lo anterior se debe al desajuste temporal del reloj interno.
¿Qué hacer para minimizar su impacto?
Desde días antes ir comenzando a ajustar el horario con el horario del lugar de destino.
Mantenerse bien hidratado y con alimentación balanceada.
Dormir en el avión a la hora en la que es de noche en el lugar a donde nos dirigimos y mantenerse despierto cuando es de día en ese lugar.
Al llegar al destino debe disponerse de un día de descanso.
Coger el horario del lugar de destino, mantener buen nivel de actividad durante el día evitando las siestas prolongadas y dormir por la noche.
Es recomendable iniciarla desde días previos mientras se va ajustando el horario (gradualmente) y durante el vuelo (en el horario nocturno) así como en los primeros días del lugar de destino.