
“Hay historias que vale la pena recordar y el tiempo es propicio para actualizar este testimonio, no sólo por el episodio del “Aquarius” que tantos recuerdos suscitan, sino por la sobrecogedora situación que padecen los inmigrantes que se ven obligados a dejar sus países por distintas causas” escribió la periodista Macky Arenas, en una emotiva nota para es.aleteia.org destacando en América, el fenómeno migratorio más vasto que se recuerde, los venezolanos que huyen del hambre y la miseria que se ha apoderado del país.
Eran tiempos de persecución, el mundo miraba inerte el más grande asesinato en masa de la historia de la humanidad y un pueblo enceguecido por el odio aplaudía aquella barbarie. Solo unos pocos lograron huir.Pero una de las historias con final feliz se desarrolló en las costas venezolanas.
El 12 de marzo de 1938, con el apoyo casi absoluto de la población, Austria es anexada al Reich alemán. En Viena, el odio se exacerbó y aparecían carteles: “prohibidos perros y judíos”. Eran humillados, obligados a limpiar desperdicios y muchos fueron enviados a campos de concentración. Algunos países caribeños ofrecían visas a 200 o 300 dólares americanos cada una – unos 2.000 o 3.000 dólares al cambio de hoy en día-. Dos barcos de bandera alemana, el Caribia y el Koenigstein, partieron del puerto Hamburgo con intenciones de atracar en Trinidad y Barbados.
Eran 251 judíos entre ambos barcos, todos llenos de esperanza de encontrar refugio en estas tierras pero ninguno de estos barcos pudo atracar en sus destinos porque, antes de hacerlo, sus permisos fueron revocados. Gestiones desesperadas e infructuosas. Ningún país quería problemas con el poderoso Hitler. Otros, simplemente eran cómplices. Poco les importaba que los pasajeros a bordo fueran devueltos para encerrarlos en campos de exterminio o simplemente fueran arrojados al mar, como era la bárbara intención del Fuhrer.
Intentos de atracar en varios países fueron irremediablemente negados. Fueron rechazados en Guyana Inglesa, Trinidad y Tobago, Barbados, República Dominicana, Brasil y Curazao. Nadie quería a los judíos. En Venezuela gobernaba el general Eleazar López-Contreras (1935 y 1941) y las presiones sobre su gobierno también se hicieron sentir con fuerza.
A inicios de 1939, el Caribia arriba a costas venezolanas por La Guaira (el puerto más cercano a Caracas) pero la autorización no llegó. Se dirige a Puerto Cabello y luego a la cercana isla de Aruba. Los pobladores que esperaban, enterados de las noticias, sorprendidos, vieron partir al buque. Navegando hacia Aruba, el capitán recibe la autorización del gobierno venezolano y regresan a costas nacionales.
Fueron muchas las gestiones por salvar a esos viajeros. La Comunidad Judía en primer lugar, también otras personalidades y organizaciones. Pero una en especial tuvo un efecto definitivo: los ruegos de María Teresa Núñez de López, esposa del presidente de la República, venció todas las vacilaciones. Ferviente católica, apostó firmemente por la acogida, espantada por la insensibilidad de tantos que negaron sus territorios a tantas familias en desgracia.
La madrugada del 3 de febrero de 1939 aquella gente, que venía escapando del odio y la repulsión, presencia un hecho conmovedor: Puerto Cabello salió de sus casas hacia el puerto y, con los faros de sus automóviles encendidos, guiaron al barco que pudo atracar. Aquellos seres, cansados, desesperanzados y tristes por tanto desprecio, se vieron recibidos por una muchedumbre en medio de aplausos y frutas. Las luces de camiones de pobladores y de las casas alumbraron su paso.
Veinticuatro días después, el 27 de febrero de 1939, más de 150 judíos a bordo del Koenigstein llegan a La Guaira, tras ser aceptados se establecen en la Hacienda Mampote, donde fueron recibidos con todos los honores. A los pocos días la primera dama envía un cargamento de víveres, alimentos y enseres.
Ambos buques fueron recibidos, sus pasajeros acogidos con el cariño, la espontaneidad y la natural solidaridad que en Venezuela nos sale por los poros. A todos se les otorgó la ciudadanía venezolana y la estadía indefinida. Todo esto, sin importar a amenaza de la mayor potencia militar del momento: Alemania.
“Es la historia de un país que se convirtió en símbolo de bondad, solidaridad y humanismo, una nación de brazos abiertos, que no discriminó por condición social, raza o religión y que en medio del siglo XX demostró lo que significa el concepto de civilización. Es la Venezuela que me mantiene aquí aunque cueste encontrarla en estos tiempos, es la que enamoró a mis abuelos y la que quiero que conozcan mis hijos”, escribió en un emocionado relato el columnista de prensa Brian Filcheltub.
Fuente: es.aleteia.org/2018/06/24/cuando-el-aquarius-llegaba-a-venezuela