
El escritor venezolano que no cree en la separación de la realidad y la ficción, Edgar Borges, presenta este domingo en la Feria del Libro de Madrid la segunda edición de su novela “La niña del salto”, opinó que la distinción entre la realidad y la ficción limita la literatura.
“La niña del salto” cuenta la historia de una mujer, Antonia, que vive atormentada por los malos tratos de su marido y el hastío por la soledad en el pueblo asturiano de Santa Eulalia. Solamente consigue sonreír con su hija, que en lugar de caminar, salta, y con la poesía que recitan unos peculiares personajes que llegan a la aldea por sorpresa.
Borges utiliza el personaje de la niña como un “símbolo interior”, según explicó, y deja mucho a la elección del lector, si bien su intención es reflexionar sobre la niñez como “rompimiento ante lo gris”.
Consideró que el arte no es en sí mismo reivindicativo, sino que debe ir más allá. “La literatura cuando se acerca al pensamiento político deja de ser literatura”, opinó.
La historia de “La niña del salto” transcurre en un pueblo que el autor no conocía antes de escribir la novela: Santa Eulalia. Cuando ya tenía la trama definida “buscaba un pueblo con pocos habitantes y pocos niños”, comentó, por lo que siguió la recomendación de un amigo que conoció cuando vivió en Asturias.
Tras la publicación de la obra, el alcalde de Santa Eulalia lo invitó a hacer una presentación en la casa de la cultura y después los vecinos le mostraron los sitios donde ellos se habían imaginado la historia. “Se vio como la obra no termina cuando el escritor la concluye”, comentó.
Borges recurre a esta técnica con dos intenciones: la primera es parar el tiempo, crear confusión espacio-temporal ante una realidad construida mediante “costuras de realidad”. En la actualidad, según él, “la cantidad de acontecimientos que vivimos y la velocidad tecnológica nos hace creer que vamos más rápido”.
Su segunda intención, explicó, es hablar del “contrapeso del arte ante la muerte de la sociedad”, ya que le preocupa que el arte se sustituya por el entretenimiento.
Edgar Borges, que reside en España desde hace once años tras ganar un concurso del Instituto español de la Juventud, opinó que “el artista debe ser extranjero incluso de su propia existencia”, por lo que no planea volver a Venezuela. “La creatividad aumenta cuando estás fuera y para mí viajar es una necesidad”, aclaró.
De Venezuela, afirmó que le preocupa “que exista una sola forma de realidad que secuestra la imaginación del pueblo”, ya que solo hay una editorial en el país.
Fuente Efecto Cocuyo