
La mayoría de los que venezolanos que deciden emigrar (al menos 2,3 millones de personas, según Naciones Unidas) lo hacen a través de la frontera de Colombia. En el país hay alrededor de un millón de refugiados.
En el hospital universitario de Cúcuta se han atendido en los últimos tres meses más partos de migrantes que de mujeres locales. El éxodo, cuyas evidencias Nicolás Maduro volvió a negar esta semana ante la Asamblea General de la ONU, continúa.
Y, aunque su intensidad es variable, la crisis, sin precedentes en América Latina, se ha convertido en una prioridad de la llamada comunidad internacional. Es decir, ya no es solo una emergencia que compete a las autoridades colombianas. Ni siquiera se trata exclusivamente de un asunto regional.
El siguiente paso consiste en actuar y unir fuerzas. “Este es un tema que ha ido en aumento, que se ha ido incrementando de manera exponencial y creo que se requiere una respuesta importante”, señala Jorge Familiar, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
“Tenemos que buscar cerrar filas y ver cómo podemos apoyar a Colombia y al resto de la región para atender esta situación”, defiende.
Familiar se reunió con el presidente colombiano, Iván Duque, y después viajó a la frontera para conocer de primera mano la situación. Su institución prepara un informe sobre el impacto del éxodo, con un diagnóstico y unas recomendaciones que pueden respaldar a los Gobiernos de la región. La repercusión en el país andino supera, de momento, los 1.500 millones de dólares, un 0,5% del PIB, según adelantó el propio mandatario.
“Hay cosas que se saben, porque uno lee reportes, obtiene información y ve datos, pero no hay nada cómo verlas de primera mano”, continúa Familiar, que estuvo acompañado en su visita por el gerente de frontera, Felipe Muñoz, y responsables de Acnur y la OIM.
“Lo que se corrobora es una situación que genera una presión muy grande, una migración que tiene enormes impactos sobre la vida de las personas, empezando por los migrantes mismos, pero también las poblaciones que los acogen”. En su opinión, “en estos procesos no solo se están atendiendo las necesidades de los migrantes, sino que se están generando bienes públicos regionales y globales”.
Fuente: El País