
Para quienes deseen disfrutar del turismo por este lado del mundo, Europa y específicamente España cuenta con tazas cómodas, ejemplo de ello, el impuesto turístico en Cataluña, el cual se aplica hasta un máximo de siete días. Los menores de 17 años no pagan.
“Incluye traslados y alojamiento en régimen escogido. No incluye tasas locales”. La letra pequeña de los viajes contiene con frecuencia este matiz que suele obligar al visitante a averiguar si el destino al que se dirige tiene tasas turísticas y cuál es exactamente su importe.
La aplicación de estas tasas no es homogénea: ni todos los países las tienen ni todas sus ciudades las cobran, lo que hace aún más confuso el proceso de cálculo final del coste de un viaje.
Utilizadas en ocasiones como supuesto medio disuasorio en el intento por frenar el turismo masivo, la imposición de este gravamen está generalmente en manos de las autoridades locales y regionales. Son éstas las que deciden si cobran la tasa al turista que pernocta en sus alojamientos y si varían los importes de la misma cada año.
Cataluña
Dentro de España, dos comunidades principalmente imponen tasas turísticas: Cataluña y Baleares.
La Generalitat catalana mantiene un impuesto para los turistas que se alojan en la ciudad de Barcelona que va desde 2,25 euros por persona y día si se aloja en un hotel de cinco estrellas o camping de lujo a los 0,65 euros para los que lo hagan en otros establecimientos que no sean hoteles ni apartamentos turísticos.
En cualquier otra localidad catalana la cuota va desde los 0,45 a los 2,25 euros. Con 0,90 euros para las estancias en viviendas de alquiler vacacional.
Eso sí, en Cataluña legalmente sólo se puede cobrar por un máximo de una estancia de siete días.
Estar de crucero tampoco libra de la tasa: las embarcaciones pagan por amarre en cualquier puerto del territorio de Cataluña, y las cantidades van en función de la duración.
De estos pagos están exentos los programas de viajes sociales subvencionados por la Administración Pública, y las estancias por motivos de salud, además de los viajeros menores de 17 años.
Europa
Más destinos de los que parece gravan en Europa a los turistas que los visitan. Entre las ciudades del norte de Europa es el caso de Ámsterdam o Berlín, en las que se paga un porcentaje del precio de la habitación.
En la capital holandesa, se ha subido este año un 1%, por lo que la tasa turística se sitúa en el 6%, mientras que en la alemana asciende a un 5% que se puede aplicar a un máximo de 21 días de estancia.
En Bélgica, la mayoría de sus ciudades tiene un impuesto municipal sobre el turismo desde 2017. Y en su capital, Bruselas, es de cuatro euros por habitación, que son tres euros en el caso de Airbnb y campings.
París y Budapest mantienen sin variaciones la tasa que tenían el pasado año. Entre uno y dos euros pagan los visitantes de la ciudad centroeuropea en función del distrito donde se sitúe el alojamiento y un 4% del precio si se trata del centro urbano.
Las igualmente centroeuropeas Praga y Viena también cobran tasas por alojamiento. Y para los turistas parisinos, el cargo extra va desde los 0,22 euros en un camping a los 4,40 euros en un palacio, con la exención de los menores de 18 años.
Los menores de 13 años tampoco pagan en las dos grandes ciudades portuguesas, Lisboa y Oporto. Donde el sobrecoste habitual para el turista es de entre uno y dos euros, exentos los desplazados por cuestiones médicas y las personas con una discapacidad del 60% o más.
En Italia, Roma, Milán y la desbordada Venecia aplican diversos costes al turista. De dos a siete euros por persona y noche en un hotel romano o milanés. Y entre uno y cinco euros en hoteles del centro de Venecia, con excepciones de menores en algunos casos.
Londres, como Madrid, se resiste a imponer un impuesto al turista, pero en la capital británica ya se puso sobre la mesa una propuesta de unos 2,80 euros por noche.
Fuente El Mundo