
Nunca desde 1941, que es cuando comienzan los registros históricos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se habían contabilizado cifras tan bajas de nacimientos y números tan altos de defunciones como hasta 2018.
España prosigue en su declive demográfico con unos indicadores de población comparables a los que hubo en la posguerra. Un país que ahora tiene una de las esperanzas de vida más altas del mundo (83 años para los hombres y 80 para las mujeres), pero el descenso de la natalidad que comenzó a finales de los años 70 pasa factura.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho públicos sus datos correspondientes al movimiento natural de la población del primer semestre de 2018, tablas aún provisionales que reflejan que entre enero y junio nacieron apenas 179.794 niños al tiempo que perdieron la vida 226.384 personas.
Sólo las familias inmigrantes están retrasando una caída que cada vez se produce de forma más acelerada, pues el número de nacimientos de madre extranjera supone ya el 20% del total de alumbramientos, casi dos puntos porcentuales más que en el mismo semestre del año anterior.
En otras palabras, hay más muertes que nacimientos. Y eso produce un crecimiento vegetativo (la diferencia de muertes menos nacimientos) que también bate todos los récords, pues presenta un saldo negativo de -46.590 personas, el más bajo alcanzado desde 1941.
En 2000, antes del boom migratorio, apenas llegaban al 6,2%. En unos pocos lustros este porcentaje se ha duplicado. De los 179.794 nacimientos de la primera mitad de 2018, 143.845 son de madre española y 35.949 son de madre extranjera.
Mientras que los nacimientos de madre española descienden un 7,4% respecto a 2017, los de madre extranjera se mantienen estables.
Antonio J. Argüeso, subdirector General de Estadísticas Sociodemográficas del INE, explica que «nacen menos niños fundamentalmente porque las mujeres en edad de tener hijos son cada vez menos numerosas, porque integran la generación de los que nacieron a finales de los años 80, que es cuando la natalidad estaba más baja». Hay, por tanto, menos madres potenciales.
La curva de los nacimientos empezó a descender a mediados de los años 70, coincidiendo con el auge de la píldora y la incorporación de la mujer al mercado laboral. Después remontó a partir de 1999, cuando comenzaron a llegar los inmigrantes, que aún no habían asimilado las escasas costumbres reproductivas españolas.
En 2008 se alcanzó el máximo histórico, con medio millón de recién nacidos contabilizados ese año. Luego la curva inició una caída que se ha repetido de forma invariable durante los últimos 10 años, salvo un pequeño repunte que se produjo en 2014.
Fuente: El País