
La migración puede contribuir al desarrollo de receptores, emisores y los propios emigrantes.
Reconocer la contribución positiva de la emigración no significa que sea una condición sine qua non para el desarrollo.
Los países que invierten en sistemas educativos y de competencias capaces de satisfacer las necesidades del mercado laboral, así como en mecanismos equitativos de protección social registran en promedio tasas de emigración por debajo de sus vecinos.
La calidad de las instituciones de los países también influye sobre la decisión de emigrar, y no es coincidencia que los países con mayores niveles de corrupción registren mayores tasas de emigración.
Hay que reconocer que en muchos casos, y sin hablar de los países en conflicto o con regímenes autoritarios, la emigración es el resultado de políticas de desarrollo fallidas.
También es importante resaltar que las políticas públicas desempeñan un papel muy importante en la decisión de emigrar de los habitantes de un país.
Las políticas laborales que promueven la creación de nuevos empleos y permiten una mejor adecuación entre oferta y demanda de trabajo también redundan en una disminución de la emigración.
Este es el caso de las agencias de empleo que permiten a quienes buscan trabajo tener una mejor información sobre los puestos vacantes no solo en el área donde viven, sino también en otras regiones del país.
Contribuir al desarrollo de los pises de origen
Las remesas que los emigrantes mandan a sus familias, en particular, representan una fuente importante de capitales para los países en desarrollo.
Estás remesas contribuyen a reducir los niveles de pobreza en los países receptores, estimulan el consumo –por ende la demanda agregada–, favorecen la creación de empresas e incrementan la inversión de los hogares receptores en educación y salud.
Además, representan un mecanismo indirecto de protección social para las familias que no se benefician de tal sistema.
Los emigrantes no solo envían dinero. También aportan ideas nuevas. Son las llamadas “remesas sociales”.
Cuando viajan a casa o se comunican con sus familias en los países de origen, los emigrantes contribuyen a transmitir los valores y patrones de comportamientos observados en los países de acogida.
Emigración de profesionales cualificados
Incluso si la emigración de personas altamente cualificadas puede tener consecuencias negativas a corto plazo, en el largo puede tener un efecto positivo sobre el capital humano.
Quienes se quedan en el país se dan cuenta de que poseer estudios más avanzados abre más puertas en el exterior.
Van a tener más incentivos para seguir sus estudios y beneficiarse así de nuevas oportunidades.
¿La emigración una buena opción?
Las estrategias de desarrollo deberían tener en cuenta el impacto de las políticas sectoriales sobre la decisión de emigrar de la población, sobre el uso de las remesas y sobre la sostenibilidad del retorno.
Esto no significa que la emigración deba ser considerada una estrategia de desarrollo por sí misma.
Muchos países se han desarrollado sin registrar movimientos masivos de su población hacia el exterior y, al contrario, países con altas tasas de emigración no han logrado salir de la trampa de pobreza generada por la emigración.
De hecho, la noción misma de desarrollo debería llevar precisamente a que los habitantes de un país tengan la opción de emigrar si así lo desean, pero que la emigración no sea la única opción para salir adelante.
Esto exige que se adopten políticas adecuadas y coherentes que permitan hacer de la migración un verdadero motor para el desarrollo.