
En una gran batalla, los blancos logran su 13ª Copa de Europa, la tercera consecutiva, tras vencer al Liverpool, por un Madrid infinito para el que no pasa el tiempo. Un club que anda por la Copa de Europa en pantuflas. Un equipo con hechizo tal con este torneo que es tan capaz por las buenas como por las malas, logrando alcanzar una victoria 3 por 2
A este Madrid, que también ha puesto lo suyo, todo lo ha ido redondo. Así que en Kiev conquistó su tercera Copa consecutiva, gesta solo al alcance del Madrid de Di Stéfano, el Ajax de Cruyff y el Bayern de Beckenbauer. Casi nada. Y podría dejar rastro como el Madrid de Cristiano, pero el luso empañó la festividad con un berrinche fuera de lugar. Seco en la final, a CR le dio por insinuar su salida del club.
Un Madrid inalcanzable para un Liverpool tan angustiado por la lesión de Salah, su gran estrella, como hundido por las torpezas de su meta Karius. El Madrid le penalizó con creces. Y eso que el duelo arrancó con el conjunto inglés mejor expuesto y más decidido.
Al contrario que el Liverpool con Salah, el Madrid se sobrepuso a Carvajal. Dio un paso al frente y cogió el partido por la pechera. Bien adiestrado por Benzema —en su mejor versión— y con Isco más preciso, el cuadro de Zidane remó mejor desde entonces.
A un cabezazo de Cristiano respondió de maravilla Karius (un espejismo, vista su pardilla actuación posterior). Benzema embocó el rechace pero el fuera de juego precedente de CR condenó al Madrid. Un Real al que en el segundo acto le iría sobre ruedas. Bale y Karius pusieron todo de parte del conjunto madridista.
Un remate de Isco al larguero tras una pifia de Lallana, anticipó el guión del segundo acto. Ya con el Madrid al compás y su rival a rebufo, llegó el primer espanto al portero alemán Karius. Agarró un servicio en largo de Kroos a Benzema sin apuros. Pero vaya usted a saber qué cable se le cortó. Se precipitó absurdamente, de tal manera que al sacar con la mano izo rebotar la pelota en el pie del ariete galo. De traca. Y al hombre aún le quedaba otro desatino.
El azote de Karius pareció resultar un azote definitivo para el Liverpool. No se venció del todo y logró dar con el empate tras superar Lovren a Ramos en un córner y Mané dar la puntilla a Navas. El cuadro inglés cogió aire tras la fatalidad de Salah y el chasco mayúsculo de Karius.
En ventaja y con mejor armadura que de entrada, el Real no aflojó. Bale le dio cuerda y enfrente ya solo había rastro de Mané, que remató al poste derecho de Keylor. Ahí se fundió la escuadra británica. Le quedaba otra jaimitada. De Karius, por supuesto.
El germano también se tragó un disparo de Bale al que respondió con manos de plastilina. Punto final al sueño de los reds. Punto y seguido a este Madrid ya de leyenda, con cuatro Champions para su imponente museo en los últimos cinco años.
Otro Madrid para toda la vida. Un Madrid que ya vale por trece, que vence y vence. A veces, por talento. Y otras veces, porque sí y porque sí. Es el arte de ganar y ganar en la Copa de Europa, pasarela de su exclusiva mitología.
Fuente El País