
Enriquecer, aportar, generar empleo, crecer, y superar cualquier dificultad son las estrategias que tienen en común los empresarios audaces, grandes, medianos o pequeños, que pasaron la frontera y hacen del área metropolitana de Cúcuta su casa, pero también el eje de su trabajo, reseñó La Opinión.
Gino Barilani, Ileannie Guevara y su esposo, Iván Espinosa, además de Rogelio Pérez son solo algunos casos de venezolanos que aprendieron a sacarle ventaja a una crisis que los condujo hacia un mercado retador, en la frontera que divide sus países, porque todos tienen un vínculo con Colombia, el cual los hace anhelar más oportunidades para dejar algo de sí, aquí y allá.
Italiano, colombiano, con sangre de Barichara (Santander), venezolano, y viajero del mundo, Gino Barilani llegó hace tres años a Cúcuta.
Se dedica a “hacer restaurantes y buena cocina”, con una sonrisa permanente, derivada de la vida en la capital nortesantandereana, en el restaurante 1000 Miglia, y consolidando Mooo Bank.
“He sido muy bien recibido, me encanta esta ciudad”, afirma, luego de buscar “un sitio dónde hacer bases, y creo que Colombia tiene todo el potencial”.
Proveniente de San Cristóbal, se habituó a un entorno pequeño, que combina con su vocación de motociclista, que le huye al tráfico de las grandes ciudades. Allí, tiene 20 años de tradición con la marca que sirvió y atendió a comensales de esta región.
Aunque la distancia es imperceptible, el contraste con el mercado sí fue un reto, pues los cucuteños lo empujaron a nuevas tendencias, en una zona resistente al cambio.
“Hacer empresa aquí es muy diferente que en Venezuela”, señala. “Aquí es mucho más competitivo, más laborioso, hay que ser más táctico, recurrir a otros métodos que desconocíamos en Venezuela, y creo que ese es un gran aprendizaje. Le agradezco a Colombia y a Cúcuta esta oportunidad de crecer y aprender”.
Hay oportunidades
Llegar a un territorio nuevo es “volver a nacer” y por ello recomienda a los empresarios, y a quienes llegan, dejar “sus resabios” en la frontera.
Gino Barilani, Ileannie Guevara y su esposo, Iván Espinosa, además de Rogelio Pérez son solo algunos casos de venezolanos que aprendieron a sacarle ventaja a una crisis que los condujo hacia un mercado retador, en la frontera que divide sus países, porque todos tienen un vínculo con Colombia, el cual los hace anhelar más oportunidades para dejar algo de sí, aquí y allá.
“Es mucho más fácil empezar cuando te conocen, cuando conocen tu marca, tu producto”, afirma. “Yo no abandoné mi casa; mi familia sigue estando ahí, a una hora, así que esa lejanía no se siente”.
Aun así, corregir “es más fácil aquí, cerca de casa, y tengo amigos y gente que me aprecia y me apoya”, mientras consolida la marca y llega al interior del país.