
En nuestra XIV Tertulia Migratoria ¡Yo era, yo soy! reconstruyendo la identidad con la ponencia de la Psicóloga y Coach, Desiree Santos Ferrer y la experiencia de nuestra CEO María Eugenia Díaz, nos dimos cita para hablar de quienes éramos en nuestro país de origen, pero, sobre todo, de quiénes somos ahora, luego de emigrar, de reinventarnos y para muchos volver a empezar y reconstruir su identidad.
Lo importante potenciar las capacidades, talentos y destrezas para iniciar una nueva vida.
Así que hicimos un breve recorrido de los orígenes, valores y rasgos personales.
Sin duda, lo más valioso es aprender a descubrir las alternativas que se tienen en el nuevo país, quizás volver a estudiar, formarse en un oficio, asociarse con alguien para crear un emprendimiento.
Y como toda esta nueva información y formación, lleva al migrante a aprender una nueva cultura, sin perder su esencia, sus raíces y formas de ver el mundo.
Oportunidades
Aprender a aprovechar las oportunidades que nos regala este nuevo destino, actividades gratuitas donde se puede practicar y aprender muchas cosas. Información y unión de asociaciones, eventos, arte, música.
Y por último las recomendaciones de la Psicóloga para que tu proceso migratorio sea exitoso, buscar reforzamiento, mantener las redes de apoyo, establecer raíces y comunicarse.
¿Quién soy yo después de emigrar?
la migración implica muchos cambios evidentes y se pierden muchas cosas: el entorno conocido, la familia, los amigos, entre otras. Pero, ¿te has parado a pensar en cómo han impactado estos cambios en tu forma de ser y lo que eres como persona?
¿Quién soy yo?
La respuesta a esta difícil pregunta será distinta después de una migración. Esto se debe a que una de las cosas que cambia con este proceso será tu propia identidad.
Hay situaciones donde los cambios son tan fuertes que pueden generar un quiebre en este sentimiento, una de ellas puede ser la migración, debido a la cantidad de cambios, pérdidas y movilizaciones que implica.
La identidad se moviliza debido a que la mayoría de las cosas que definen a una persona se construyeron en su país de origen y al dejarlo puede sentir que partes de sí mismo quedaron en ese lugar, partes que lo hacían ser quien era. La historia de cada persona se ha tejido dentro de ese contexto particular y es parte de lo que lo constituye. Al emigrar se deja atrás dos cosas fundamentales: los grupos de referencia y los roles conocidos.
Muchas personas al emigrar se ven forzadas a renunciar, al menos de manera temporal, a algunas cosas de sí mismo para poder integrarse, y es normal que ante esto puedan sentir temor y ansiedad ante la posibilidad de perder aquello que los definía y dejar de ser quienes eran.
¿Qué puedes hacer?
Construye redes de apoyo
Al principio será importante acercarte a personas que actúen como puente con el nuevo lugar, así como que te puedan acompañar en este proceso que vives.
Conserva y mantén el contacto con tus personas más significativas. Si bien es necesario el poder construir vínculos con el nuevo lugar. Es fundamental que preserves la relación con tus seres queridos.
Cuida el vínculo con tu lugar de origen. Puedes buscar compaginar tradiciones de tu lugar de origen con las tradiciones del nuevo lugar.
Los afectos que dejaste en tu lugar de origen no se han perdido, estos son parte de ti y pueden formar parte de tu nueva vida.
Un proyecto de vida
Los que se van suelen hacerlo con la idea de volver. Pero, con el tiempo, volver es complicado, y uno de los problemas que surgen es la sensación de quedarse atrapado en el extranjero, con un pie en cada mundo.
A veces ese bloqueo hace que se demoren decisiones importantes relacionadas con el proyecto de vida como la posibilidad de casarse o tener hijos. A veces, desde el extranjero, la decisión de comprar un sofá genera angustia porque eso supone ponerse demasiado cómodo en el país de acogida, cuando aún no se ha decidido dónde se quiere vivir.
El duelo migratorio
Algunos de los que se fueron con la idea de regresar descubren por el camino que no pueden renunciar a lo que les ofrece el país de acogida. Se han enamorado o han encontrado el desarrollo profesional que buscaban.
Ponen los pros y los contras en la balanza y deciden quedarse a vivir en su nuevo destino. Pero esa decisión no es fácil, implica muchas renuncias, asumir que la vida en su país de origen continuará sin ellos, que no estarán en los acontecimientos importantes de familiares y amigos, que siempre tendrán un acento que les hará diferentes.
Aceptar todo eso, no solo en el nivel racional, sino también en el emocional, tiene todas las características de un duelo y por eso se le llama duelo migratorio.